A la hora de hablar de los distintos tipos de adicciones que podemos encontrar, cabe señalar dos clasificaciones diferentes.
Por un lado, hablamos de lo que vive cualquier afectado, que se corresponde con dos variantes que conviven -sobre todo cuando se trata de sustancias- en muchos casos: la adicción física y la adicción psicológica. En segundo lugar, hablamos de la naturaleza de esos alivios o recompensas a los que recurren estas personas, donde podemos observar las sustancias, los comportamientos y las emociones.
Es importante tener en cuenta que ninguna de las tipologías que presentamos a continuación es eliminatoria. Tanto las que hacen referencia a la naturaleza de la adicción, como las que se centran en su procedencia, pueden darse al mismo tiempo que cualquiera de las otras.
Adicción física
La adicción física es aquella que el cuerpo de un individuo siente hacia una sustancia en particular, de tal manera que puede llegar incluso a encontrarse mal cuando no puede consumirla. La tolerancia de un organismo hacia cualquier sustancia aumenta cuanto mayor sea su consumo, por lo que cada vez se necesitará en mayor medida.
Lo que conocemos como el síndrome de abstinencia -que incluye malestar general, temblores, mareos y problemas gastrointestinales- también afecta a nivel físico y puede tener graves consecuencias en nuestro organismo, ya que por muy perjudicial que sea una sustancia, si el cuerpo la recibe de manera constante y se acostumbra a ella puede llegar a necesitarla para funcionar.
Adicción psicológica
Cuando el consumo de cualquier sustancia o la práctica de algún comportamiento pasan a ser habituales y posteriormente generan una dependencia, la necesidad se convierte en una adicción psicológica.
Generalmente los comienzos de una adicción, o más bien los momentos previos, suelen resultar agradables cuando el consumo tiene lugar, pero se tornan realmente tormentosos cuando la dependencia es insoportable -llegando a sobrepasar serios límites por conseguir saciarla-. Así pues, lo que siente a nivel psicológico y emocional una persona adicta -algo que se da en el 100% de los enfermos-, se conoce como adicción psicológica.
Adicciones a sustancias
Las adicciones a diversas sustancias son las más conocidas a nivel social, puesto que cuando alcanzan ciertos niveles o se perpetúan en el tiempo sin ningún tratamiento son perfectamente perceptibles físicamente. Al mismo tiempo y por los mismos motivos, también son las más complicadas de ocultar de cara al entorno más cercano.
Cuando hablamos de adicción a sustancias no nos referimos únicamente a las más conocidas, como el alcohol, las drogas de todo tipo o el tabaco. Existen otras adicciones menos conocidas y tan habituales como éstas, pero quizás los daños que provocan son menos evidentes o tienen lugar más a largo plazo.
Aparte de los problemas de salud que puedan generar, cabe señalar que la inmensa mayoría de sustancias que pueden crear adicción suelen generar los dos tipos mencionados anteriormente. Cuando hablamos de afecciones psicológicas, no nos referimos únicamente a las que provocan aquellas sustancias que provocan alucinaciones y otros resultados similares durante su consumo, sino también a la propia dependencia, que como señalamos es física y psicológica.
Adicciones emocionales
En este caso hablamos, evidentemente, de adicciones exclusivamente psicológicas. Se trata de un problema de salud mental que tiene lugar cuando creamos una dependencia a alguien o algo, aunque generalmente ocurre hacia otras personas. Sucede con frecuencia en relaciones tóxicas, ya sean de amistad, de pareja o familiares, cuando una persona llega a creer incluso que no puede vivir sin la otra.
Adicciones conductuales o comportamentales
Quien tiene una adicción de tipo conductual presenta una dependencia hacia un comportamiento concreto. Son tan habituales como las adicciones a sustancias, aunque menos evidentes porque no tienen porqué deteriorar el físico -más allá de la dejadez estética que algunos individuos pueden mostrar como consecuencia-.
Lo que sí ocurre de manera tan habitual como en los casos de adicción a sustancias, es la aparición de problemas en las relaciones interpersonales. Cuando una persona se convierte en adicta, su necesidad por satisfacer sus deseos va más allá de cualquier tipo de relación e intenta conseguirlo a toda costa, incluso por encima de sus seres queridos. La puesta en práctica de determinadas conductas de manera compulsiva y descontrolada puede ocasionar serios daños psicológicos, además de grandes pérdidas económicas en algunos casos.
¿Qué adicciones se sufren más comúnmente?
A continuación, vamos a hacer un repaso de las adicciones más habituales que podemos observar en la sociedad y tratar en cualquier consulta psicológica o psiquiátrica. Aunque la distinción resulta obvia, es interesante indicar que dentro del siguiente listado se pueden encontrar tanto adicciones a sustancias -las que aparecen en primer lugar-, como adicciones comportamentales.
El alcohol
El alcoholismo es una de las adicciones más frecuentes que podemos observar. Es más común de lo que parece, ya que generalmente asociamos este problema con la típica imagen del borracho, pero hay mucha gente que la sufre de manera menos notoria e igual de perjudicial. Tal vez el hecho de que sea una sustancia legal y concebida de un modo positivo en algunos ámbitos sociales haya propiciado que ésta sea una de las dependencias más comunes.
Los daños que puede provocar en nuestro organismo el consumo elevado y continuado de alcohol están más que demostrados. Es más, no se trata únicamente de los problemas que aparecen con su ingesta, sino que el síndrome de abstinencia que sufre una persona alcohólica es uno de los más dañinos que se conocen, llegando incluso a provocar la muerte.
Los efectos a los que nos referimos pueden ser devastadores a nivel físico y psicológico, desde la simple pérdida del equilibrio y las dificultades en el habla -con las que tantas veces hemos bromeado- a enfermedades severas como el cáncer -en varios órganos- y numerosas afecciones en el hígado, como la cirrosis o la hepatitis. Los problemas cognitivos o la agresividad son algunas de las consecuencias psicológicas más importantes que se dan con esta enfermedad crónica.
El tabaco
Otra de las sustancias más consumidas de esta lista es el tabaco, y a nadie se le escapan los daños que puede llegar a causar en nuestro organismo. En este caso, volvemos a hablar de un consumo legal y perfectamente normalizado a nivel social, aunque ya no se ve de manera tan positiva como antaño. La ansiedad y el nerviosismo son algunas de las sensaciones que percibe un adicto a la nicotina, que es el químico encargado de generar la dependencia al tabaco a través de modificaciones en nuestro cerebro.
Si bien el tabaquismo no produce alteraciones severas de manera directa en nuestra psicología, la recién mencionada ansiedad sí puede convertirse en un serio problema de salud mental, y está totalmente asociada a la nicotina. En cuanto a las dolencias físicas, todos conocemos que el humo de los cigarrillos puede causar diversos tipos de cáncer, problemas respiratorios severos o enfermedades cardiovasculares que pueden derivar en infartos, por lo que hablamos de una adicción potencialmente mortal.
Las drogas
Hablamos de cannabis, cocaína, heroína, cristal o metanfetamina, LSD, anfetaminas y un largo etcétera de sustancias que son adictivas y altamente perjudiciales para quien las consume de manera dependiente. No importa si hablamos de alucinógenos, estimulantes o depresores, una de las características de cualquier droga es que resulta adictiva, y esto no hace distinciones entre lo que coloquialmente se conoce como drogas duras y drogas blandas.
Cuando un consumo esporádico pasa a ser una adicción, el enfermo entra en una espiral que empeora dependiendo de las dificultades que éste tenga para conseguir acceder a la sustancia. Mentiras ante su círculo más cercano, agresividad y episodios de delincuencia pueden convertirse en actitudes habituales de un adicto a las drogas.
Por otra parte, cuanto más elevado sea el consumo -y recordemos que una persona adicta pierde el control a este respecto-, más daños aparecerán en su salud física y mental. Desde distintos tipos de cáncer hasta el deterioro de los órganos, donde se incluye el cerebro: el consumo de drogas puede desatar enfermedades mentales, desde las más leves y comunes hasta las más graves.
Los psicofármacos
Se trata de medicamentos que en las farmacias se dispensan únicamente con receta, pero que el mercado negro pone a disposición de cualquiera, lo que significa que son consumidos por gente que los necesita y por gente que no. Tanto un grupo como el otro son susceptibles de contraer una adicción hacia ellos por el bienestar que les ofrece, ya que resultan extremadamente relajantes y tranquilizantes. Estas sensaciones llevan a aumentar su consumo o a continuar con él cuando ya no se requiere, lo que puede desembocar en problemas serios en el organismo llegando a provocar incluso la muerte en caso de sobredosis.
Los esteroides
Seguro que has escuchado hablar en más de una ocasión de esta sustancia, ¿con qué la relacionarías? Exacto, con el mundo del deporte. Los esteroides son variaciones químicas de las hormonas -en la mayoría de los casos, la testosterona-, que aumentan los resultados en determinados deportes.
¿El problema? Que dichos resultados no se consiguen naturalmente y, mucho peor, que el consumo de estas sustancias -sobre todo de manera compulsiva- tiene numerosos efectos secundarios negativos, desde los más leves hasta los accidentes cardiovasculares.
La cafeína
¿Cuántas veces habrás oído decir aquello de “soy adicto al café” o “yo sin café no soy nadie”? Es posible que incluso lo hayas dicho tú mismo y estamos seguros de que no son más que exageraciones que indican lo mucho que nos gusta en general esta bebida. No obstante, aunque hay discrepancias, se dice que la cafeína llega a ser adictiva cuando se consume de manera compulsiva y que, además, resulta nociva para nuestra salud cardiovascular y puede provocar también problemas de ansiedad -tanto por consumo excesivo como por abstinencia-.
El azúcar
El azúcar es un refinado que puede resultar adictivo. Al igual que en el caso de la cafeína, se trata de una sustancia habitual en nuestro día a día, pero puede resultar verdaderamente nociva -también a nivel cardiovascular- para quienes lo consumen sin control, sobre todo cuando se trata de bollería industrial. Nos referimos, evidentemente, al azúcar procesado, no a los azúcares que consumimos de forma natural en alimentos saludables como la fruta.
El juego
La primera de las adicciones que tienen que ver con la conducta es también una de las más peligrosas que existen. La ludopatía consiste en jugar desesperadamente -generalmente intentando obtener algún beneficio económico- y ha causado verdaderos estragos en familias perfectamente estructuradas.
Hasta hace algún tiempo las tragaperras o los casinos eran los protagonistas de este trastorno adictivo, pero últimamente han sido las apuestas deportivas las que han tomado el relevo y, lo peor de todo, han supuesto una notoria bajada en la media de edad de los adictos. Estrés, ansiedad, depresión, aislamiento y abandono de las relaciones interpersonales y grandes pérdidas económicas son algunas de las consecuencias directas de este problema.
El sexo
Las bromas acerca de la ninfomanía son un clásico en nuestra sociedad. Tratarlo de un modo jocoso o incluso presumir de padecerla es habitual porque consideramos el sexo algo beneficioso y placentero. Sin embargo, éste es el ejemplo perfecto de cómo algo sano y positivo se puede convertir en un verdadero infierno cuando pasa a ser una adicción. Quienes la sufren tienen una necesidad que no pueden controlar y eso les hace muy difícil el día a día, lo que puede acabar derivando en problemas psicológicos de índole grave.
El trabajo
Cuando una persona trabaja en algo que le gusta se le considera una afortunada, pero te sorprenderías del número de casos en los que el trabajo se ha convertido en una adicción que ha destrozado familias perfectas. Se trata de otro ejemplo donde lo necesario se vuelve perjudicial; además, no se da exclusivamente en quienes aman su trabajo, sino incluso en gente que lo detesta, y es que la cultura del esfuerzo en ocasiones se nos puede volver en contra.
Otras adicciones
Las compras, la comida, el deporte o las nuevas tecnologías son otras adicciones frecuentes en la sociedad actual, posiblemente de menor calado que las anteriores, pero igualmente preocupantes cuando se dan de manera profunda. Recordemos que una adicción es una enfermedad crónica, no algo que hacemos porque nos gusta mucho.
La vigorexia es un trastorno mental que consiste en la obsesión con el físico y la consiguiente adicción al deporte, algo que trae problemas físicos y psicológicos. Por otro lado, en los últimos años hemos visto, sobre todo por parte de los jóvenes, una creciente adicción a las nuevas tecnologías, y más concretamente a los móviles, que suelen acabar en terapia porque la situación familiar se hace realmente insostenible.