El síndrome de la cabaña

El síndrome de la cabaña y cómo superarlo

Artículo redactado el 7 de septiembre de 2021
Revisado por última vez el 11 de septiembre de 2023
El síndrome de la cabaña se ha hecho lamentablemente conocido debido a la reciente pandemia. ¿Por que se produce y cómo se puede superar?
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En este post hablaremos de algo que, si bien no es nuevo, se ha convertido en una tendencia y en una realidad a partir de los largos períodos de confinamiento que se vivió en todo el mundo debido al Covid-19.

Nos referimos al conocido como “Síndrome de la Cabaña”.

¿Qué es el Síndrome de la Cabaña?

Se trata de un conjunto de síntomas que afectan nuestro funcionamiento normal, haciendo que sea complicado llevar a cabo nuestras tareas diarias y que provienen del miedo de salir de nuestra casa y de interactuar con el entorno.

En casos más graves, puede implicar ciertas fantasías con lo que puede suceder si nos exponemos a la vida fuera de nuestro hogar.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de la cabaña?

Para hablar de los síntomas de la fiebre de la cabaña, deberíamos distinguir tres fases: Los que se dan mientras la persona está encerrada, los que vienen dados al salir del hogar y los que puede experimentar a medio y largo plazo.

Síntomas durante el encierro

Entre los síntomas que se pueden sufrir durante el período de encierro tenemos:

  • Deseo de aislamiento social
  • Sensación de mayor cansancio y necesidad de dormir más 
  • Entumecimiento de los miembros por la inmovilidad
  • Falta de concentración y problemas de memoria
  • Pensamientos negativos con mayor regularidad que lo normal
  • Dificultad para experimentar emociones agradables
  • Tristeza sin causas aparentes
  • Miedo a salir al exterior
  • Deseo de comer de forma excesiva

En algunos casos la sintomatología puede ser más grave, llegando la persona a experimentar:

  • Niveles agudos de apatía y falta de interés por la vida externa
  • Ansiedad y trastornos anímicos
  • Deseo de evitar retomar las rutinas
  • Violencia intrafamiliar
  • Abuso en el consumo de alcohol y drogas
  • Trastornos postraumáticos

Síntomas durante la vuelta a la normalidad

En la etapa del desconfinamiento nos encontramos frente a la posibilidad de tener que abandonar el refugio que creamos en la comodidad de nuestro hogar. 

Esto, sumado al saber que dejaremos atrás las rutinas y los espacios a los que nos hemos acostumbrado durante meses, hace que la idea de salir a la calle genere temor y ansiedad, ya que deberemos adaptarnos de nuevo a la velocidad  con la que vivíamos anteriormente.

Esta sensación se experimenta claramente cuando tenemos que asistir de nuevo a un evento social, o cuando hay que tomar un transporte público o trabajar presencialmente.

Esto nos expone al contacto social con múltiples personas.

Estas emociones en muchos casos pueden estar acompañadas de síntomas físicos, tales como hiperventilación, hormigueo en las extremidades, sudoración excesiva y taquicardia.

Síntomas en el medio y largo plazo

Si esta sensación de ansiedad se prolonga en el tiempo, a medio y largo plazo, las sensaciones que hemos explicado se transformarán en un malestar generalizado, que incluirá una visión negativa del mundo exterior, de las demás personas y de uno mismo. 

Causas del síndrome de la cabaña

Como hemos indicado en el punto anterior, el síndrome de la cabaña no es una enfermedad, sino un síndrome, y por tanto las causas no son unívocas ni están perfectamente determinadas.

Pero también es cierto que el estudio de de un gran número de casos favorecido por la actual situación de pandemia y a partir de las cuarentenas prolongadas a las que nos vimos expuestos en 2020, ha dado lugar a que los expertos puedan distinguir ciertos factores desencadenantes que se presentan en la mayoría de los casos.

¿Por qué están apareciendo nuevos casos de síndrome de la cabaña?

El encierro obligatorio durante la época de la pandemia y los meses posteriores a ella nos hicieron sentir que el hogar es un refugio donde sentirnos seguros en un contexto general de incertidumbre, en un momento en el que se buscan espacios que brinden seguridad y sensación de control.

¿Cuál es el origen del síndrome de la cabaña?

El concepto de Síndrome de la Cabaña, también conocido como fiebre de la cabaña, nació a comienzos del siglo XX en Estados Unidos y Canadá.

En algunas regiones del noroeste muchos hombres vivían aislados en cabañas donde debían pasar muchos meses de encierro debido a la crudeza de los inviernos, extremadamente fríos y largos.

Se empezaron a analizar los patrones de comportamiento que tenían estas personas tras tan largos periodos de encierro como irritabilidad, confusión, desesperanza, angustia, ansiedad, incertidumbre e impotencia, que persistían tras salir de sus cabañas.

Además, era común en estas personas que les costase volver a tener interacciones sociales y volver a relacionarse con sus semejantes.

El miedo adaptativo como origen del síndrome de la cabaña

En primer lugar, hay que entender que este síndrome está basado en el miedo y en la reacción básica del ser humano ante el mismo: la búsqueda de la supervivencia.

Cuando las personas se sienten amenazadas, actúan siguiendo alguno de estos tres comportamientos: pelear, huir o evitar. 

Cualquier de estas respuestas nos llevan a aislarnos.

Preferimos evitar toda nueva experiencia. Cuando nos sentimos amenazados se reduce nuestra curiosidad por el mundo exterior y buscamos la forma de vivir realizando solo las tareas esenciales. 

Esto hace que toda actividad destinada al ocio y al disfrute pase a ser una cuestión secundaria.

En el caso de la reciente pandemia, el proceso comienza con el miedo lógico a contagiarse la enfermedad. 

La psicología lo define como miedo adaptativo, un miedo que nos permite sobrevivir ante un peligro y que nos lleva a realizar instintivamente actividades destinadas a conservar nuestra salud.

Cuando el miedo pasa a ser desadaptativo

Cuando este miedo, que favorece la supervivencia, se incrementa en tiempo e intensidad puede llegar a convertirse en un miedo desadaptativo.

El miedo, en general, nos dicta qué debemos y no debemos hacer, y en ese dictamen puede llegar a imposibilitar toda experiencia agradable.

Hablamos de miedo desadaptativo cuando este nos coarta la posibilidad de contactar y relacionarnos con los demás, o nos complica nuestro desempeño profesional.

El miedo desadaptativo pone como única prioridad la búsqueda de seguridad y nos hace creer que el único lugar seguro es nuestro hogar, y aquí empieza el problema conocido como síndrome de la cabaña.

Podemos identificar que estamos frente a un miedo desadaptativo cuando el miedo a la enfermedad se generaliza y comenzamos a temer a otros estímulos, como el contacto social, alejarnos de nuestra casa o realizar otras actividades que antes, aunque nos generaban estrés, podíamos realizar.

¿Quiénes somos más propensos a padecer síndrome de la cabaña?

Es importante mencionar que el Síndrome de la Cabaña se presenta con más frecuencia en aquellas personas que anteriormente ya habían sufrido de algún trastorno relacionado con la ansiedad.

Personas con tendencia a tener pensamientos circulares negativos

También en personas con cierta tendencia a tener pensamientos circulares negativos, es decir que ante un pensamiento negativo se retroalimentan y profundizan su propio malestar, llegando a temer que ocurra una catástrofe.

Para entender mejor qué es un pensamiento circular negativo, te mostramos este ejemplo: Cuando estás triste y te enfadas por ello, te sientes peor porque pasas a estar triste y enfadado… Y como te sientes peor, te entristeces más y de esta forma entras en un círculo que para nada te conviene.

Los pensamientos circulares negativos tienden a retroalimentarse.

Eso es lo que sucede con estos miedos.

El miedo a la enfermedad genera que las personas se encierren, el encierro provoca tristeza y malestar, ese estado anímico nos deja más sensibles y somos más proclives a sentir nuevos miedos, como el miedo a la muerte.

Para sentir miedo a la muerte no es necesario que existan motivos reales para ello. 

Ese nuevo temor genera nuevas sensaciones negativas… Y por eso es importante encontrar una solución antes de profundizar en este círculo vicioso.

Algunas patologías previas que pueden abrirle la puerta al síndrome de la cabaña son la hipocondría, la agorafobia, la depresión o la ansiedad social.

Personas que no necesitan salir de casa

También es más frecuente entre las personas que debieron pasar el encierro en solitario y entre quienes no tuvieron que salir para cumplir con ciertas tareas, como hacer las compras o ir a trabajar.

Las capacidades sociales, como todas las capacidades, se deben entrenar.

Por ese motivo las personas que han pasado tanto tiempo en solitario, en ocasiones tienen que volver a entrenar sus habilidades sociales, y quizás durante algún tiempo les cueste interactuar con normalidad con otras personas.

Personas con sobreinformación

Una causa común a múltiples miedos, y también al síndrome de la cabaña son la sobreinformación y los mensajes contradictorios.

Hemos escuchado hablar de “infodemia”, que se refiere al exceso de información.

Mucha gente, debido al miedo que sintió durante el confinamiento, intentó mantenerse constantemente informada y al tratarse de una situación sin precedentes en nuestro tiempo, la información durante los primeros meses fue confusa y contradictoria.

Esto aumentó mucho los niveles de estrés de la ciudadanía y hacía sentir a las personas indefensas. 

Luego, la situación se hizo todavía más compleja cuando comenzaron a circular distintas informaciones sobre los posibles remedios y tratamientos, lo que aumentó todavía más el estrés de quienes estábamos recibiendo tanta información que en ocasiones cambiaba a diario.

Como hemos indicado anteriormente, no existen las causas universales que se apliquen a todas las personas. El miedo que desata el síndrome está vinculado a la situación particular de cada uno.

Agravantes del síndrome de la cabaña

Un agravante que se detectó en el estudio realizado en Minnesota por el Doctor Rosenblatt fue el estar confinados en casa con niños pequeños, por enfermedad o estar a cargo de una persona enferma o discapacitada.

Tener alguna dificultad para moverse o vivir en una vivienda con mucha gente, posiblemente empeore el problema, ya que la sensación de encierro y claustrofobia será aún más fuerte.

Otro caso agravante del síndrome lo sufre quien hace mucha vida fuera de casa, lo que hace que el cambio de hábitos le resulte más estresante y por tanto, tras el periodo de encierro, le cueste volver a sus antiguas costumbres.

Ejemplos clásicos de personas que sufren en síndrome de la cabaña

Esta situación no es nada nueva. Es similar a lo que le sucede a los presos que tras haber estado encerrados durante muchos años, vuelven a su vida en libertad.

Al saber que tendrán que exponerse a un mundo que durante mucho tiempo les resultó ajeno, experimentan ansiedad y miedo de salir a la calle. 

La cárcel, a pesar de no ser un lugar donde uno quiera vivir su vida, pasa a ser un lugar conocido y reducido. Su único mundo.

Pasan de estar en un lugar donde sentirse seguros a exponerse a lo desconocido, a la incertidumbre de una nueva forma de vida y un nuevo entorno.

El ejemplo del submarino

Casos similares se dan en los tripulantes de submarino.

Durante meses no tienen contacto con nadie ni nada del exterior. Imagínatelo, lo único que escuchan son los sonidos de la nave y su propia voz cuando tratan con sus pocos compañeros. 

La única luz que reciben es la de las bombillas del aparato.

Allí dentro tienes comida y bebida, y no percibes el peligro de la misma manera.

Pues ahora imagina que tras mucho tiempo te ordenan que al día siguiente tienes que salir a la superficie, donde tratarás con cientos de personas, donde te vas a exponer a la luz del sol y el ruido y el bullicio de la ciudad.

Ese cambio brusco genera estrés y te puede hacer sentir que puede valer la pena volver a meterte en el submarino.

Pero al fin y al cabo ¡Nadie puede vivir para siempre en un submarino!

El síndrome de la cabaña asociado a las zonas de peligro

También pueden experimentar este síndrome aquellas personas que viven en lugares peligrosos, como zonas de guerra o en barrios con altas tasas de criminalidad.

El motivo es muy sencillo de entender, todos estos peligros hacen que las personas que habitan la zona prefieran quedarse encerrados en sus casas.

Estudios sobre casos reales del síndrome de la cabaña

Ya en la década del 80, buscando profundizar sobre este concepto, se hicieron varios estudios, como el que llevó adelante el doctor Paul Rosenblatt, de la Universidad de Minnesota. 

En este estudio las personas que habían pasado encerradas largos periodos invernales, tenían una gran sensación de insatisfacción en su hogar y desasosiego. También sentimiento de aburrimiento, irritabilidad y la necesidad de tener que romper sus rutinas.

La Revista de Psicopatología y Psicología Clínica publicó un estudio muy interesante realizado por los Psicólogos Bonifacio Sandín, Rosa Valiente y otros especialistas, en el que se realizó una encuesta a un gran número de personas para ver qué emociones experimentaron como consecuencia del encierro

Allí podemos ver el porcentaje de mujeres y de hombres que vivieron cada una de las emociones con mucha intensidad.

Este estudio sirve para construir un perfil que nos muestra cuáles son los síntomas del Síndrome de la Cabaña y con qué frecuencia se da cada uno.

En los resultados mostrados por los expertos vemos que es bastante similar la forma en que se manifiestan estas sensaciones tanto en hombres como en mujeres, ya que en ambos grupos los porcentajes de las emociones vividas durante el confinamiento se manifiestan de forma muy similar:

  • Preocupación (34.7% en el caso de mujeres y 15.2% para hombres).
  • Estrés (33% y 12.5%)
  • Desesperanza (29.3% y 15.6%)
  • Depresión (29.7% y 9.9%)
  • Trastornos del sueño (30% y 13.3%).

 

Curiosamente, entre las emociones que se dieron en menor medida está la ira y el sentimiento de soledad.

¿Es el síndrome de la cabaña una enfermedad?

Cabe aclarar que el síndrome de la cabaña no es una enfermedad mental, sino un síndrome.

¿Y qué es un síndrome?

Un síndrome se define como un conjunto de síntomas que se observan de manera simultánea en una persona y que se asocia a un perfil o situación concreta, pero que no necesariamente ha de estar ligado a una enfermedad.

En este caso, sería un perfil, unas características comunes, que hacen que podamos distinguir un patrón de comportamiento que podemos identificar como “síndrome de la cabaña”.

Estos síntomas pueden presentarse todos juntos o no, y pueden ser también cambiantes o transitorios.

Entonces podemos decir que la principal diferencia entre una enfermedad y un síndrome es que el segundo, aunque tiene síntomas que se pueden detectar, estos no tienen una causa definida o conocida.

¿Qué relación tiene el síndrome de la cabaña con la agorafobia?

Aunque a veces se lo suele confundir, tener síndrome de la cabaña no es lo mismo que padecer agorafobia.

La agorafobia sí está considerada como una patología relacionada con el miedo a los espacios abiertos y a las grandes aglomeraciones de personas.

Has de tener en cuenta que quien pueda padecer síndrome de la cabaña no se sentirá cómodo en un evento multitudinario. Quien padece agorafobia simplemente no podrá soportarlo.

Si quieres saber más sobre la agorafobia, te dejamos el enlace a un artículo que hemos redactado precisamente sobre esta cuestión.

La situación en niños y personas de la tercera edad

Tanto los niños como las personas de la tercera edad pueden sufrir del síndrome de la cabaña de forma más intensa, especialmente aquellos que ya tenían algún tipo de  trastorno de ansiedad. 

Esto se debe a que son más sensibles a la información que reciben, por lo que los temores se multiplican.

En el caso de las personas mayores, son el grupo que más tiempo ha permanecido encerrado, lo que supone un mayor esfuerzo para la adaptación al desconfinamiento.

Con respecto a la actual pandemia, son también el grupo de edad qué más ha sufrido los daños de la enfermedad. Por ese motivo, el temor al contagio es todavía más agudo.

Además, las personas mayores prestan mucha atención a los medios de comunicación, por lo que pueden estar sobreexpuestos y sobre informados.

¿Cómo superar el Síndrome de la Cabaña?

En primer lugar conviene saber que la intensidad con que se sufran los síntomas y la facilidad para superarlos va a depender en buena medida de las condiciones en las que se haya dado el encierro previo.

Selecciona la información que recibes

Para empezar, es necesario evitar estar sobre informados.

No es sano estar pendiente de las noticias todo el día. 

Nos pasamos el día entero leyendo y escuchando noticias negativas, cifras y casos relacionados con la pandemia, y esa sobre exposición nos hace sentir que no existe nada más en el mundo; y esto no es así.

Si solo prestamos atención a estas noticias, nuestro cerebro considerará que es el único tema importante a tratar; y por tanto, el resto de las actividades de la vida pasarán a un segundo plano.

No dejes que esto te suceda.

También consideramos conveniente que se seleccione cual es la información que se considera como cierta. Atiende a medios de información reputados, que nos provean de información contrastada y basada en la ciencia.

Seguir las recomendaciones de los expertos para volver a la normalidad

Relacionado con lo anterior, tenemos que informarnos a través de los expertos y hacerles caso

Ellos explican que para superar la fiebre de la cabaña, al igual que con otros temores, lo mejor es enfrentarse al miedo. En este caso, a salir de la casa. 

Al principio encerrarnos nos puede hacer sentir tranquilos y darnos una falsa sensación de seguridad, pero después de un período prolongado de encierro, el miedo a enfrentarnos al exterior se instala en nosotros.

Esto puede hacer que cada vez sean más grandes las dificultades para retomar una rutina normal y hacer las actividades necesarias.

Lo que nos lleva al siguiente punto.

Selecciona tus miedos

Cuando hablamos anteriormente de las causas del síndrome de la cabaña, expusimos que había dos tipos de miedos: los adaptativos y los desadaptativos.

Es importante poder diferenciar los primeros de los segundos:

Los miedos adaptativos son los que nos ponen en alerta. Estos los podremos ir superando a medida que la situación de la pandemia mejora.

Los miedos desadaptativos son patológicos y nos incapacitan para seguir con nuestra vida.

Por este motivo, si detectamos que por culpa del miedo cancelamos planes, que modificamos nuestras rutinas o si preferimos evitar el contacto social, tenemos que saber que estamos cediendo el control de nuestra vida al miedo y que de continuar, se puede desencadenar un  trastorno de ansiedad.

Tómate tu tiempo para volver a la normalidad

Si sientes que estás sufriendo estos síntomas y quieres superarlos, no te angusties ni te sientas mal. Recuerda que fue una situación excepcional y que afectó a millones de personas.

No eres la única persona que está sufriendo estas consecuencias. Esto debería tranquilizarte. No estás solo.

Tampoco te apures ni te agobies si en un primer momento sigues sintiendo dificultades para retomar tus rutinas.

Es conveniente que la vuelta a la normalidad se haga de forma gradual. 

Es preferible hacerlo lento y sin pausa, pero lo importante es que te animes a comenzar el recorrido hacia la vuelta a tus actividades. Vuelve a desarrollar esa actividad que echas de menos, que quieres volver a realizar y que por el miedo (que una vez fue fundamentado) has dejado de realizar.

Márcate tus propias metas

Si todavía tienes miedo de salir a la calle, un primer paso para retomar tus vínculos puede ser mediante reuniones virtuales

Practica tus capacidades sociales, vuelve a sentir el placer de encontrarte con tus amigos y tu familia.

Un segundo paso será encontrarte con una o dos personas cercanas que te hagan sentir cómodo y seguro. Lo ideal sería que el encuentro fuera en un lugar abierto y cerca de tu hogar, como un parque o una plaza. 

Eso te permitirá salir y a la vez podrás sentir que aún estás cerca de casa por si sientes la necesidad de volver.

Aunque tengas miedo, tienes que encontrar la forma de vencerlo

Recuerda que no es lo mismo cuidarse que inmovilizarse.

No es necesario estar parado para mantenerse seguro, así que avanza en la vuelta a tu vida normal. Volver a la vida normal y cuidarse no tiene por qué ser contradictorio.

Cuando se instala un síndrome, lo lógico es enfrentarse a él. Hay que mirar al miedo de frente y aceptarlo. 

Es difícil, pero es posible.

Lo mejor es exponerse de forma gradual a los miedos

El primer día quizás sea difícil alejarte mucho de tu casa, pero ¿Qué tal si das un pequeño paseo alrededor de tu casa y entras en un negocio cercano?

Ve paso a paso

Es importante que en cada uno de los pasos que damos tengamos claro que estamos haciendo un esfuerzo que nos acerca al objetivo que nos hemos puesto, y que tiene que estar ligado con la vida que deseamos disfrutar.

Si sabemos cuál es el objetivo por el cual estamos trabajando, tendremos claro cuáles son las actividades que tenemos que ir incorporando en nuestro día a día y de forma paulatina lograr el estilo de vida que teníamos antes del encierro, o tal vez un nuevo estilo de vida que deseemos incorporar en la nueva normalidad.

Piensa que puedes volver a casa tan pronto como lo desees.

Te darás cuenta que poco a poco te irás acostumbrando. Esto te dará sensación de seguridad y control. 

Volverás a casa sintiendo que pudiste superar una limitación y que no hubo ninguna consecuencia negativa y que no fue tan difícil como creías.

Los siguientes pasos serán, poco a poco, más sencillos. Ya lo verás.

Créate rutinas y horarios

También es útil tener una rutina de horarios. 

Puede haberte sucedido que, durante el confinamiento, al realizar todas las actividades en el mismo lugar, hayas terminado mezclando la vida personal con la vida profesional.

Esto no es bueno.

Es importante mejorar la rutina de horarios, la higiene del sueño, incluso tener una alimentación sana.

Has de volver a crear patrones en tu vida, crear compartimentos en ella y separar actividades. Así que planifica las actividades del día a día.

Hay distintas formas de organizarse ¿Has pensado en utilizar alguna aplicación móvil que te ayude a organizar las actividades de tu semana? ¿Y anotar las actividades que vas a realizar en una pizarra y determinar en qué momento del día vas a realizar cada una?

Acepta tus sentimientos y sensaciones negativas

Un paso importante es aprender que en la vida es normal que existan emociones agradables y desagradables.

Lamentablemente vivimos en una era en la que parece que tengamos que estar permanentemente felices. ¡Pues eso ni es real ni es sano! 

Lo único que conseguimos intentando estar siempre felices es generar ansiedad por no poder alcanzar nuestros objetivos de felicidad.

No te preocupes si tienes emociones negativas, estas conviven todo el tiempo con las positivas. 

No intentes eliminar emociones tales como el miedo, la preocupación o la rabia.

Es mucho más productivo sentir las emociones desagradables sin que ello suponga un  obstáculo para tu rutina y para tu vida diaria.

Haz cambios en tu vida si lo crees oportuno

Es probable que muchos de los cambios que se vieron impulsados por el confinamiento se adapten a tu vida diaria a partir de ahora, así que es importante tener la mente abierta para incorporar nuevas rutinas, tanto en la vida personal como en la laboral.

Aprovecha para incorporar nuevos hábitos y hobbies que te ayuden a tener una vida más satisfactoria y que se adapten a la nueva realidad.

Y apóyate en tus seres queridos para dar los primeros pasos.

Contar con ellos, ya sea de forma presencial o virtual será importante para superar los miedos.

Pide ayuda si la necesitas

Si el período de adaptación se termina prolongando demasiado o sientes que no puedes retomar tu vida normal, consulta con un especialista.

Unas sesiones de terapia con un psicólogo pueden ayudarte mucho.

Y nosotros estaremos encantados de acompañarte en tu camino.

Fact Check

Este artículo ha sido redactado con la máxima atención a la veracidad y fiabilidad de los datos presentados. Sin embargo, aceptamos que podemos cometer errores.

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Ana Hernández Silvestre
Ana Hernández Silvestre es una reconocida psicóloga colegiada CV15477 y gerente de Tu Psicoayuda Psicólogos, que comparte su vida laboral ejerciendo la práctica de la psicología con la divulgación de la psicología. Licenciada en psicología por la Universidad de Valencia. Continuo desarrollando sus estudios con máster en psicogerontología y otro en terapia de parejas en la misma universidad.
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